"Nosotros no poseemos la verdad, es la Verdad quien nos posee a nosotros. Cristo, que es la Verdad, nos toma de la mano". Benedicto XVI
"Dejá que Jesús escriba tu historia. Dejate sorprender por Jesús." Francisco

"¡No tengan miedo!" Juan Pablo II
Ven Espiritu Santo, llena los corazones de tus fieles y enciende en ellos el fuego de tu amor. Envía, Señor, tu Espíritu para darnos nueva vida. Y renovarás el Universo. Dios, que iluminaste los corazones de tus fieles con las luces del Espíritu Santo, danos el valor de confesarte ante el mundo para que se cumpla tu plan divino. Por Jesucristo Nuestro Señor. Amén.

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domingo, 9 de octubre de 2011

San Héctor Valdivieso Saenz, 9 de Octubre

Héctor Valdivielso Sáenz
21 de Noviembre

San Héctor Valdivieso Sáenz
Fue uno de los ocho católicos que alcanzó la corona del martirio durante la llamada Revolución de Asturias, poco antes de la Guerra Civil Española.
Nació en el barrio porteño de Boedo, el 31 de octubre de 1910, en la República Argentina
El 26 de mayo de 1913 fue bautizado en la antigua iglesia de San Nicolás de Bari, (ciudad de Buenos Aires) y en 1914 viajó junto a su familia a España, donde se estableció en Briviesca.
A los 24 años de edad, convertido ya en hermano de La Salle fue detenido, junto con sus compañeros, por los marxistas el 5 de octubre de 1934, en la escuela Nuestra Señora de Covadonga, del pequeño pueblo de Turón, a 20 kilómetros de Oviedo, donde enseñaban a hijos de mineros.
Después de permanecer varios días en la "Casa del Pueblo", los siete hermanos lasallanos y el padre pasionista que evangelizaba con ellos, fueron llevados en la madrugada del 9 de octubre hasta el cementerio de Turón, ante cuyas tapias los fusilaron los milicianos, sin acusación ni juicio previo.
En la ceremonia de beatificación, el 29 de abril de 1990, Juan Pablo II dijo que habían sido martirizados por "odium fidei", es decir, por odio a la fe, y que aceptaron cristianamente el sacrificio antes de renunciar a Cristo Jesús.
Estampilla postal dedicada a San Héctor
El historiador Vicente Cárcel Ortí, considerado el más autorizado experto en el estudio de la persecución religiosa sufrida por España entre 1931 y 1939, dice en su obra "Mártires españoles del siglo XX" que los mártires de Turón "no fueron víctimas de una acción bélica, ni de una represión política, sino que murieron a causa de la persecución religiosa desatada dentro de un plan comunista de conquistar a España, como señaló Gregorio Marañón al referirse a la llamada revolución de Asturias de 1934. Luego, a partir de 1936, el plan se aplicó de manera sistemática".
Para la canonización hizo falta comprobar un milagro atribuido a su intercesión, que se produjo el mismo día de la beatificación, el 29 de abril de 1990.
Rafaela Bravo Jirón, una joven nicaragüense de 24 años de edad, se debatía entre la vida y la muerte en el hospital Berta Calderón, de Managua, a consecuencia de un cáncer de útero. Los médicos apenas le daban unas semanas de vida. El esposo de la joven, ex alumno de La Salle, siguiendo el consejo del director del colegio donde había estudiado, rezó dos novenas pidiendo a los mártires que intercedan.
En la noche del 29 de abril, Rafaela sintió unos dolores fortísimos pero al día siguiente estaba totalmente curada. Las comisiones médicas que estudiaron durante años el caso consideran que se trata de una curación para la cual la ciencia no tiene explicaciones.
Rafaela Bravo no tuvo más síntomas ni molestias de ningún tipo desde entonces. La ceremonia de canonización del beato argentino se realizó en el Vaticano el 21 de noviembre de 1999.
Fue canonizado por Juan Pablo II el 21 de noviembre de 1999.

Fue la primera persona nacida en Argentina en ser elevada al honor de los altares.Es el Primer Santo Argentino.


Oración a San Héctor Valdivielso:

Señor Dios y Padre Nuestro, 
tú has hecho del hermano Héctor 
y de sus siete compañeros mártires, 
educadores de la niñez y de la juventud 
y testigos de la fe hasta dar la vida por ello.
Te pedimos, por sus méritos y su intercesión que, 
fortalecidos por el Espíritu Santo, 
nos dediquemos con fervor al anuncio del Evangelio. 

Por nuestro Señor Jesucristo. 

Amén.

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