"Nosotros no poseemos la verdad, es la Verdad quien nos posee a nosotros. Cristo, que es la Verdad, nos toma de la mano". Benedicto XVI
"Dejá que Jesús escriba tu historia. Dejate sorprender por Jesús." Francisco

"¡No tengan miedo!" Juan Pablo II
Ven Espiritu Santo, llena los corazones de tus fieles y enciende en ellos el fuego de tu amor. Envía, Señor, tu Espíritu para darnos nueva vida. Y renovarás el Universo. Dios, que iluminaste los corazones de tus fieles con las luces del Espíritu Santo, danos el valor de confesarte ante el mundo para que se cumpla tu plan divino. Por Jesucristo Nuestro Señor. Amén.

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lunes, 25 de febrero de 2013

Sor Ludovica de Agelis, 25 de febrero

Beata Sor Ludovica,
el ángel de los niños enfermos

Una humilde religiosa italiana, de las Hijas de la Misericordia, animada por un elevado amor a Dios y al prójimo, transformó dos simples salas con capacidad para sesenta camas en un pujante centro de salud con 25 servicios y atención a seiscientas personas. Es el Hospital de Niños de La Plata que hoy lleva su nombre: Sor Ludovica (1880-1962)

El 24 de octubre de 1880 nació en San Gregorio, pequeño pueblo de montaña en la región de los Abruzzos, Italia, Antonina De Angelis hija de Ludovico De Angelis y Santa Colaianni, humildes labradores de la región, quienes (cosa común entre la gente sencilla de aquellos tiempos), enseñaron a la pequeña sus primeras palabras y oraciones al mismo tiempo que infundían en ella el amor a Nuestro Señor Jesucristo, la devoción a la Santa Virgen María, a la misa dominical y a los sanos principios de castidad y caridad cristiana.
Hija de la Misericordia
Antonina creció en ese hogar devoto y piadoso, ayudando a sus padres y llevando una vida ejemplar hasta que a fines de 1904, anunció que estaba decidida a abrazar la vida religiosa, ingresando el 14 de noviembre de ese mismo año en el noviciado de las Hijas de la Misericordia.
En mayo de 1905 vistió el hábito y tomó el nombre de María Ludovica, con el que pasaría a la inmortalidad. El 3 de ese mes hizo sus votos de obediencia, pobreza y caridad para dedicarse, durante los dos años siguientes, a la oración, al cuidado de la niñez y al socorro de los menesterosos.
Dos años después, el 14 de noviembre de 1907 su congregación la envió a la Argentina, integrando un reducido grupo de religiosas que arribó al puerto de Buenos Aires el 4 de diciembre siguiente, encaminándose a la ciudad de La Plata donde, llamada por las damas de la Sociedad de Beneficencia, se incorporó al incipiente Hospital de Niños local, fundado el 6 de septiembre de 1887.

De la cocina a la administración
Las modestas instalaciones, más allá de un simple alambrado, se limitaban a dos salas de madera bajas y chatas con solo sesenta camas, en el que atendían seis médicos y dos enfermeras. Fue entonces que se la destinó al lugar más humilde del centro de salud, la cocina y la despensa, donde se ocuparía de preparar los alimentos para internados y residentes.
Sor Ludovica comenzó a visitar, primero esporádicamente y luego de manera más asidua, las salas de niños enfermos, descubriendo en ellas las carencias y necesidades que padecían, consolándolos con afecto maternal. Tal fue su actitud, que en 1909 el Dr. Carlos Cometto, director del nosocomio, la propuso como administradora, cargo que la religiosa italiana intentó rechazar por no considerarse capaz. 

Nada más lejos de la realidad
Conociendo de cerca las carencias que el Hospital de Niños padecía, sor Ludovica inició una serie de obras tendientes a su ampliación, solicitando la colaboración de la población platense. Para ello, recorrió la capital provincial sobre un rústico carro tirado por caballos, con el que visitó comercios, almacenes, tiendas, fábricas y principalmente, familias, requiriendo ayuda material para llevar delante su misión en pro de los niños enfermos. La obtuvo, y de esa forma, la institución a su cargo comenzó a experimentar sus primeras mejoras. Rifas, donaciones y festivales incrementaron los ingresos con los que las obras emprendidas se aceleraron notablemente.
Cuando entre 1924 y 1925 la administración del Hospital pasó a depender del Ministerio de Salud Pública de la Provincia de Buenos Aires, la población de La Plata en general y la del consejo de administración en particular, solicitaron que la religiosa permaneciese al frente de su administración, petitorio que encontró eco favorable, para bien de los pequeños internados que en ella tuvieron a una madre y benefactora. Según palabras del Dr. Raúl Romero, sor Ludovica supo brindar al Hospital de Niños una calidez especial con la que se superó la típica frialdad de esas instituciones, estableciendo con éxito el espíritu de familia entre internados, médicos, enfermeros y directivos.

En Europa
En 1935 sor Ludovica fue operada de un tumor en los riñones, del que se recuperó totalmente, para regresar a sus funciones de administración hospitalaria con más fuerza que nunca, ello después de un viaje de descanso a su Italia natal que, por orden expresa de su Superiora, se vio obligada a realizar.
Además de visitar a su familia y reencontrarse con viejos conocidos, Ludovica se dedicó a recorrer hospitales, sanatorios y laboratorios y a estudiar las obras dedicadas a recuperar niños enfermos, con la intención de poner en práctica en la Argentina, otras de iguales características, objetivo que logró exitosamente a su regreso, lo mismo que el solario de Punta Mogotes, para la recuperación de niños débiles..
Una de sus iniciativas de mayor envergadura fue hacerse cargo de los niños pobres que sus padres llevaban al hospital y que luego abandonaban, sin volver a retirarlos. De su crianza y educación se ocupó personalmente, para que en el futuro desarrollasen un oficio con el que pudiesen ganarse la vida.
También se preocupó por el estado de abandono espiritual en que se encontraban los chacareros de City Bell, donde, en una de las esquinas de la quinta y granja que instalara a fin de obtener productos de primera calidad para sus niños, construyó una capilla y puso en marcha una misión.
 
Todo es obra de Sor Ludovica
En 1951 el ministro de Salud Pública de la provincia, Dr. Carlos Boccalandro, emitió un decreto por el que se le imponía al Hospital de Niños el nombre de sor Ludovica, iniciativa que contó con el acuerdo y beneplácito de todo el pueblo de La Plata. Sin embargo, la religiosa se opuso a ello tenazmente, amenazando con regresar para siempre a Italia si la iniciativa se concretaba.
Recién después de su fallecimiento, acaecido el 25 de febrero de 1962, cuando contaba 82 años de edad, el merecido homenaje pudo realizarse. Durante su sepelio, el Dr. Carlos Boffi, director del Hospital, manifestó que por entonces funcionaban “...25 servicios con capacidad para 600 enfermitos. Todo es obra concebida, dirigida y obtenida por la Superiora, Madre Ludovica”.
Con su desaparición, los niños enfermos no solamente perdieron una madre sino a un verdadero ángel protector.
En el año 2004 fue beatificada por el Papa Juan Pablo II, después de haber sido reconocido un milagro de curación en una niña platense de pocos años de edad.

Una curación milagrosa
En mayo de 1988 nació en La Plata, una niña con graves trastornos de salud, entre ellos la espina bífida y las vías urinarias, la vejiga y uno de sus riñones, sumamente deteriorados, agravando el cuadro la inmovilidad de sus extremidades inferiores. A los dos meses los médicos la operaron para colocarle una cánula por medio de la cual, su sistema urinario trabajaría un poco mejor.
Cuando la niña tenía nueve meses, un tío suyo, médico del Hospital de Niños, fue a ver a la hermana Emilia Paternostro, sucesora de sor Ludovica y notaria de su proceso de canonización, para pedirle que rezara por su sobrina.
La hermana Emilia así lo hizo, no sin antes darle las llaves del cementerio para que llevasen a la niña a la bóveda que guarda los restos de la religiosa y rezasen ellos también. Al hacerlo, después de ingresar, colocaron a la pequeña en el suelo, junto al sarcófago de Ludovica y al instante, comenzó a mover sus piernas. Pero lo que más sorprendió a los presentes fue ver a la niña apoyarse en el ataúd y ponerse de pie. A los 20 meses de edad, caminaba perfectamente.
A partir de entonces, la familia siguió rezando a la religiosa italiana todos los días ya que la niña seguía padeciendo serios problemas.
Al cumplir cuatro años, los médicos comprendieron la necesidad de extirparle un riñón e intentar reconstruir su vejiga. Cuando todo estuvo listo para la intervención, una infección surgida a último momento impidió que la misma se concretase.
Cuando a los tres meses la niña volvió para ser conducida al quirófano, los médicos, sorprendidos, comprobaron que la vejiga y el riñón funcionaban perfectamente. Solo se le implantaron los uréteres, con lo que la curación fue completa. Estudios exhaustivos realizados por científicos demostraron que se había restablecido milagrosamente. El Señor había obrado un prodigio en ella a través de sor Ludovica.

Hospital de Niños de La Plata
Traslado de sus restos a la Catedral de La Plata
El 8 de marzo de 2004 el Honorable Concejo Deliberante de La Plata aprobó el traslado de los restos de sor María Ludovica desde el panteón de las Hermanas de la Misericordia la Catedral platense, para su “pública veneración”. De comprobarse un milagro más, la venerable religiosa de las Hijas de la Misericordia accederá a la santidad que ya tiene ganada por la grandeza de su obra en pro de los niños enfermos y necesitados.

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