Beata
Sor Ludovica,
el ángel de los niños enfermos
el ángel de los niños enfermos
Una humilde religiosa italiana, de las Hijas de la Misericordia, animada por un elevado amor a Dios y al prójimo, transformó dos simples salas con capacidad para sesenta camas en un pujante centro de salud con 25 servicios y atención a seiscientas personas. Es el Hospital de Niños de La Plata que hoy lleva su nombre: Sor Ludovica (1880-1962)
El 24 de octubre de 1880 nació en San Gregorio, pequeño
pueblo de montaña en la región de los Abruzzos,
Italia, Antonina De Angelis hija de Ludovico De Angelis y
Santa Colaianni, humildes labradores de la región,
quienes (cosa común entre la gente sencilla de aquellos
tiempos), enseñaron a la pequeña sus primeras
palabras y oraciones al mismo tiempo que infundían
en ella el amor a Nuestro Señor Jesucristo, la devoción
a la Santa Virgen María, a la misa dominical y a los
sanos principios de castidad y caridad cristiana.
Hija de la Misericordia
Antonina creció en ese hogar devoto y piadoso, ayudando
a sus padres y llevando una vida ejemplar hasta que a fines
de 1904, anunció que estaba decidida a abrazar la vida
religiosa, ingresando el 14 de noviembre de ese mismo año
en el noviciado de las Hijas de la Misericordia.
En mayo de 1905 vistió el hábito y tomó
el nombre de María Ludovica, con el que pasaría
a la inmortalidad. El 3 de ese mes hizo sus votos de obediencia,
pobreza y caridad para dedicarse, durante los dos años
siguientes, a la oración, al cuidado de la niñez
y al socorro de los menesterosos.
Dos años después, el 14 de noviembre de 1907
su congregación la envió a la Argentina, integrando
un reducido grupo de religiosas que arribó al puerto
de Buenos Aires el 4 de diciembre siguiente, encaminándose
a la ciudad de La Plata donde, llamada por las damas de la
Sociedad de Beneficencia, se incorporó al incipiente
Hospital de Niños local, fundado el 6 de septiembre
de 1887.
De la cocina a la administración
Las modestas instalaciones, más allá de un
simple alambrado, se limitaban a dos salas de madera bajas
y chatas con solo sesenta camas, en el que atendían
seis médicos y dos enfermeras. Fue entonces que se
la destinó al lugar más humilde del centro de
salud, la cocina y la despensa, donde se ocuparía de
preparar los alimentos para internados y residentes.
Sor Ludovica comenzó a visitar, primero esporádicamente
y luego de manera más asidua, las salas de niños
enfermos, descubriendo en ellas las carencias y necesidades
que padecían, consolándolos con afecto maternal.
Tal fue su actitud, que en 1909 el Dr. Carlos Cometto, director
del nosocomio, la propuso como administradora, cargo que la
religiosa italiana intentó rechazar por no considerarse
capaz.
Nada más lejos de la realidad
Conociendo de cerca las carencias que el Hospital de Niños
padecía, sor Ludovica inició una serie de obras
tendientes a su ampliación, solicitando la colaboración
de la población platense. Para ello, recorrió
la capital provincial sobre un rústico carro tirado
por caballos, con el que visitó comercios, almacenes,
tiendas, fábricas y principalmente, familias, requiriendo
ayuda material para llevar delante su misión en pro
de los niños enfermos. La obtuvo, y de esa forma, la
institución a su cargo comenzó a experimentar
sus primeras mejoras. Rifas, donaciones y festivales incrementaron
los ingresos con los que las obras emprendidas se aceleraron
notablemente.
Cuando entre 1924 y 1925 la administración del Hospital
pasó a depender del Ministerio de Salud Pública
de la Provincia de Buenos Aires, la población de La
Plata en general y la del consejo de administración
en particular, solicitaron que la religiosa permaneciese al
frente de su administración, petitorio que encontró
eco favorable, para bien de los pequeños internados
que en ella tuvieron a una madre y benefactora. Según
palabras del Dr. Raúl Romero, sor Ludovica supo brindar
al Hospital de Niños una calidez especial con la que
se superó la típica frialdad de esas instituciones,
estableciendo con éxito el espíritu de familia
entre internados, médicos, enfermeros y directivos.
En Europa
En 1935 sor Ludovica fue operada de un tumor en los riñones,
del que se recuperó totalmente, para regresar a sus
funciones de administración hospitalaria con más
fuerza que nunca, ello después de un viaje de descanso
a su Italia natal que, por orden expresa de su Superiora,
se vio obligada a realizar.
Además de visitar a su familia y reencontrarse con viejos conocidos, Ludovica se dedicó a recorrer hospitales, sanatorios y laboratorios y a estudiar las obras dedicadas a recuperar niños enfermos, con la intención de poner en práctica en la Argentina, otras de iguales características, objetivo que logró exitosamente a su regreso, lo mismo que el solario de Punta Mogotes, para la recuperación de niños débiles..
Además de visitar a su familia y reencontrarse con viejos conocidos, Ludovica se dedicó a recorrer hospitales, sanatorios y laboratorios y a estudiar las obras dedicadas a recuperar niños enfermos, con la intención de poner en práctica en la Argentina, otras de iguales características, objetivo que logró exitosamente a su regreso, lo mismo que el solario de Punta Mogotes, para la recuperación de niños débiles..
Una de sus iniciativas de mayor envergadura fue hacerse cargo
de los niños pobres que sus padres llevaban al hospital
y que luego abandonaban, sin volver a retirarlos. De su crianza
y educación se ocupó personalmente, para que
en el futuro desarrollasen un oficio con el que pudiesen ganarse
la vida.
También se preocupó por el estado de abandono
espiritual en que se encontraban los chacareros de City Bell,
donde, en una de las esquinas de la quinta y granja que instalara
a fin de obtener productos de primera calidad para sus niños,
construyó una capilla y puso en marcha una misión.
Todo es obra de Sor Ludovica
En 1951 el ministro de Salud Pública de la provincia,
Dr. Carlos Boccalandro, emitió un decreto por el que
se le imponía al Hospital de Niños el nombre
de sor Ludovica, iniciativa que contó con el acuerdo
y beneplácito de todo el pueblo de La Plata. Sin embargo,
la religiosa se opuso a ello tenazmente, amenazando con regresar
para siempre a Italia si la iniciativa se concretaba.
Recién después de su fallecimiento, acaecido
el 25 de febrero de 1962, cuando contaba 82 años de
edad, el merecido homenaje pudo realizarse. Durante su sepelio,
el Dr. Carlos Boffi, director del Hospital, manifestó
que por entonces funcionaban “...25 servicios con capacidad
para 600 enfermitos. Todo es obra concebida, dirigida y obtenida
por la Superiora, Madre Ludovica”.
Con su desaparición, los niños enfermos no
solamente perdieron una madre sino a un verdadero ángel
protector.
En el año 2004 fue beatificada por el Papa Juan Pablo II, después de haber sido reconocido un milagro de curación en una niña platense de pocos años de edad.
En el año 2004 fue beatificada por el Papa Juan Pablo II, después de haber sido reconocido un milagro de curación en una niña platense de pocos años de edad.
Una curación milagrosa
En mayo de 1988 nació en La Plata, una niña
con graves trastornos de salud, entre ellos la espina bífida
y las vías urinarias, la vejiga y uno de sus riñones,
sumamente deteriorados, agravando el cuadro la inmovilidad
de sus extremidades inferiores. A los dos meses los médicos
la operaron para colocarle una cánula por medio de
la cual, su sistema urinario trabajaría un poco mejor.
Cuando la niña tenía nueve meses, un tío
suyo, médico del Hospital de Niños, fue a ver
a la hermana Emilia Paternostro, sucesora de sor Ludovica
y notaria de su proceso de canonización, para pedirle
que rezara por su sobrina.
La hermana Emilia así lo hizo, no sin antes darle
las llaves del cementerio para que llevasen a la niña
a la bóveda que guarda los restos de la religiosa y
rezasen ellos también. Al hacerlo, después de
ingresar, colocaron a la pequeña en el suelo, junto
al sarcófago de Ludovica y al instante, comenzó
a mover sus piernas. Pero lo que más sorprendió
a los presentes fue ver a la niña apoyarse en el ataúd
y ponerse de pie. A los 20 meses de edad, caminaba perfectamente.
A partir de entonces, la familia siguió rezando a
la religiosa italiana todos los días ya que la niña
seguía padeciendo serios problemas.
Al cumplir cuatro años, los médicos comprendieron
la necesidad de extirparle un riñón e intentar
reconstruir su vejiga. Cuando todo estuvo listo para la intervención,
una infección surgida a último momento impidió
que la misma se concretase.
Cuando a los tres meses la niña volvió para
ser conducida al quirófano, los médicos, sorprendidos,
comprobaron que la vejiga y el riñón funcionaban
perfectamente. Solo se le implantaron los uréteres,
con lo que la curación fue completa. Estudios exhaustivos
realizados por científicos demostraron que se había
restablecido milagrosamente. El Señor había
obrado un prodigio en ella a través de sor Ludovica.
Hospital de Niños de La Plata |
Traslado de sus restos a la Catedral de La Plata
El 8 de marzo de 2004 el Honorable Concejo Deliberante de
La Plata aprobó el traslado de los restos de sor María
Ludovica desde el panteón de las Hermanas de la Misericordia
la Catedral platense, para su “pública veneración”.
De comprobarse un milagro más, la venerable religiosa
de las Hijas de la Misericordia accederá a la santidad
que ya tiene ganada por la grandeza de su obra en pro de los
niños enfermos y necesitados.
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