San Roque González y compañeros
Año 1628
San
Roque y sus compañeros fueron unos de los primero mártires
suramericanos. Fueron asesinados por los indios en 1628, y canonizados por
el Papa Juan Pablo II.
Roque
González nació en Asunción, Paraguay, en 1576. Sus padres eran
españoles.
De
joven era tan bueno y devoto que todos estaban convencidos de que un día
sería sacerdote. Y a los 23 años recibió la ordenación sacerdotal.
Desde
el primer año de su sacerdocio se preocupó mucho por los indígenas y
visitaba continuamente a los poblados más lejanos para evangelizar y
ayudar a los indios.
A
los 33 años entró a la Compañía de Jesús, para poder trabajar más
completamente como misionero.
Los
Padres Jesuitas habían fundado en el Paraguay unas colonias de indígenas
que se hicieron famosas en todo el mundo. Las llamaron
"Reducciones" y se diferenciaban de los demás grupos de otros
países en que allí los indios no eran considerados como gente de segunda
clase, sino que ellos eran los más importantes. Los Padres Jesuitas los
consideraban como verdaderos hijos de Dios, y como tales los trataban con
enorme respeto y gran cariño.
Un
autor francés llegó a exclamar: "En estas reducciones los indios
llegaron al más alto grado de civilización que un pueblo joven pueda
alcanzar".
En
esas misiones se respetaba mucho la ley de Dios y se obedecían las leyes
civiles; cada uno trataba a los demás como si fueran hermanos; los indios
aprendían a labrar la tierra con técnica, y practicaban labores manuales
e industriales. Todo era un cooperativismo bien organizado y reinaba la
abundancia.
En
estas reducciones trabajó por 20 años el Padre Roque González,
enfrentándose con paciencia y confianza a toda clase de dificultades y
peligros. Unas veces el peligro provenía de tribus totalmente salvajes
que atacaban, y otras era de los colonos europeos que querían esclavizar
a los indios, pero los jesuitas no se lo permitían.
El
padre González fue el primer europeo que penetró en ciertas regiones
selváticas del Paraguay. Dirigió unas seis "reducciones" de
indígenas. El gobernador español dejó escrito: "Al padre Roque le
costó su vida de misionero el aguantar hambres, fríos, ríos atravesados
a nado, continua molestia de los insectos, y mil otras incomodidades que
él supo soportar con verdadero heroísmo sacerdotal". Pero llegó a
tener una enorme influencia sobre los indios, que lo veneraban como a un
verdadero santo.
Y
sucedió que un curandero o brujo de los indígenas se dio cuenta de que
la influencia de los Padres Jesuitas le estaba quitando su clientela y que
ya los indígenas empezaban a no creer tanto en sus engaños y mentiras, y
dispuso vengarse de ellos. Y así fue que reunió un grupo de indios de
los más salvajes y con ellos atacó la misión católica.
Cuando
los atacantes llegaron estaba el Padre Roque González tratando de subir
una campana a la torre de la capilla. Lo asesinaron allí mismo a golpes
de mazo. Al oír el tumulto, el Padre Alfonso Rodríguez salió de su
choza, e inmediatamente los indios lo asesinaron a golpes también.
Enseguida los indígenas prendieron fuego a la capilla y cuando estaba
envuelta en llamas, arrojaron a ella los dos cadáveres. Era el 15 de
noviembre de 1628. Unos días después los mismos indios asaltaron la
misión cercana y allí asesinaron al otro compañero del Padre Roque, el
Padre Juan de Castillo. Así fueron tres los mártires que derramaron su
sangre, después de haber gastado su vida en favor de los nativos.
El
jefe indio Guarecupí dejó escrito: "Todos los indios cristianos
amaban al Padre Roque".
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