"Nosotros no poseemos la verdad, es la Verdad quien nos posee a nosotros. Cristo, que es la Verdad, nos toma de la mano". Benedicto XVI
"Dejá que Jesús escriba tu historia. Dejate sorprender por Jesús." Francisco

"¡No tengan miedo!" Juan Pablo II
Ven Espiritu Santo, llena los corazones de tus fieles y enciende en ellos el fuego de tu amor. Envía, Señor, tu Espíritu para darnos nueva vida. Y renovarás el Universo. Dios, que iluminaste los corazones de tus fieles con las luces del Espíritu Santo, danos el valor de confesarte ante el mundo para que se cumpla tu plan divino. Por Jesucristo Nuestro Señor. Amén.

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miércoles, 3 de octubre de 2012

Ciudades Bíblicas: Cafarnaúm La ciudad de Jesús



La suegra curada por Jesús es la primera diaconisa del Nuevo Testamento

Dejando Nazaret Jesús fue a hablar a Cafarnaúm, en hebreo Kefar Nahum o Pueblo de Nahum, situado en la orilla noroeste del lago de Tiberíades, en territorio de Zabulón y de Neftalí, donde el profeta Isaías veía brillar “una luz grande” (Mateo 4,13-16).

A partir de ese día el pueblo de pescadores se convirtió en “su” ciudad, la ciudad de Jesús (Mateos 9,1). Es aquí donde Jesús llama a los primeros apóstoles: a Pedro y a su hermano Andrés, a Santiago y Juan, hijos de Zebedeo, y esto en discrepancia con el uso de entonces que era dejar a los discípulos la elección de su maestro. Jesús a quien quiere. Los cuatro nuevos discípulos estaban pescando o reparando las redes cuando Jesús los llama (Mateo 4,18-22). El escritor francés, Françoís Mauriac, dice que “Cafarnaúm es la epifanía (manifestación) de Cristo en lo cotidiano”.

Ruinas de Cafarnaún y la Iglesia construida sobre la casa de Pedro

Jesús cura a un paralítico en casa de Pedro
En el relato de la curación del paralítico (Marcos 1,12) en casa de Pedro, el evangelista añade un inciso: Jesús vivía en casa de su discípulo, es decir la casa y la barca de Pedro eran la casa y la barca de Jesús. Al tener en cuenta que la casa de Pedro tenía como techumbre estacas y cañas entrelazadas, unidas con arcilla, por lo que era fácil a los que transportaban al paralítico en una camilla, hacer un boquete en el techo para descolgar la camilla en la que yacía el paralítico y así presentarlo a Jesús.


Jesús paga el impuesto del Templo
Mateo narra en Cafarnaúm el episodio del tributo que todo israelita pagaba al Templo de Jerusalén a partir de los 20 años de edad. Los que cobraban el impuesto se dirigieron directamente a Pedro porque sabían que Jesús era huésped de Pedro. La moneda de plata que el apóstol saco del pez para pagar el impuesto suyo y el de Jesús (Mateo 17,24-27) valía un siclo y bastaba para los dos. Algunos exégetas creen, basándose en este relato, que Jesús estaba inscrito en el registro civil de Cafarnaúm.


La casa de Pedro transformada en lugar de culto
Los padres franciscanos Virgilio Corbo y Stanislao Loffreda han sacado a la luz gran parte de Cafarnaúm: casas privadas construidas en el siglo II a.C. y en uso hasta el siglo IV d.C. La casa de Pedro no se diferencia de las otras. Estaba formada por pequeñas habitaciones cubiertas con techumbre, situadas en torno a un gran patio a cielo abierto. Al igual que las otras casas de la ciudad, también la de Pedro tenía idéntica técnica mural, idéntico pavimento, presencia de fogón en el patio y escaleras exteriores para ecceder al techo. A causa de la exigua distancia al lago, las casas no comportaban ni cisternas ni servicios higiénicos. La casa de Pedro fue venerada por los cristianos a partir de la primera mitad del siglo I y estaba destinada por la primera comunidad a lugar de reuniones. Así lo manifiestan los numerosos grafitos de los primeros siglos, trazados en lenguas griega, aramea, siríaca y latina, invocando el nombre de Jesús, el Kyrios. Hay también grafitos que reproducen fórmulas e invocaciones litúrgicas.


La casa de Pedro visitada por los peregrinos
Desde el punto de vista arqueológico la domus-ecclesia de Pedro del siglo IV constituye un descubrimiento único. Tiene estructura tripartita, con un atrio al este y el punto focal al oeste. Además, el edificio está separado del resto por un muro que rodea el terreno. Estos elementos nos evocan la planta general del Templo de Jerusalén. Estas afinidades no son accidentales, cuando se sabe que Cafarnaúm era en los cuatro primeros siglos de nuestra era, un centro de cristianos de origen judío. La virgen Egeria que visitó Tierra Santa en el siglo IV escribe en su diario: “En Cafarnaúm la casa del príncipe de los Apóstoles ha sido convertida en iglesia. Sus paredes están hoy como entonces fueron”. Hacia la segunda mitad del siglo V los bizantinos construyeron una iglesia de planta octogonal e implantaron el octógono central sobre la casa venerada. El anónimo peregrino de Piacenza, que visitó el lugar entre los años 560-570 d.C., recuerda esta última transformación de la casa, cuando escribe: “Después llegamos a Cafarnaúm, a la casa de Pedro que ahora es una basílica”.


Cómo pasó Jesús un sábado en Cafarnaúm
Los arqueólogos franciscanos han hallado un descampado entre la casa y el “cardo máximus” que franquea la casa al este, hacia el lago. Lo que confirma la frase de Marcos: “Después de algunos días entró (Jesús) en Cafarnaúm y se corrió la voz de que estaba en casa (de Pedro). Acudieron tantos que no cabían delante de la puerta” (2,1-2).

El evangelista Marcos nos refiere con vivacidad cómo Jesús pasó un sábado en Cafarnaúm. Primero, va  a la sinagoga en donde sana a un hombre con espíritu inmundo; segundo, va a casa d Pedro en donde cura a su suegra; tercero, a la puerta del sol, es decir, a la finalización del descanso sabático “le llevaron todos los enfermos y endemoniados. La población entera se agolpaba a la puerta”.

Muy de madrugada, antes del amanecer, “se levantó, salió, se fue a un lugar solitario y allí se puso a orar” Marcos 1,21-37).


Jesús cura a la suegra de Pedro
Jesús curó en la casa de Pedro  a la suegra del Apóstol “que estaba en cama con fiebre”. “El se acercó, la cogió de la mano y la levantó. La fiebre le desapareció y se puso a servirles” (Marcos 1.29-31). La fiebre era interpretada por los rabinos como un fuego que bebe y no come, que quema los huesos (levítico 26,16). Se le atribuía un origen diabólico, de ahí la fórmula de Lucas: “Increpó a la fiebre y la calentura desapareció” (Lucas 4.39).

La suegra curada, se puso a servirles con todo el calor de la hospitalidad oriental. Todavía hoy las mujeres hebreas preparan  el viernes por la mañana, o sea, antes de iniciarse el descanso sabático, la cena del viernes y la comida del sábado, ya que en sábado no está permitido encender fuego. La suegra “les servía”, dice el texto original. El tiempo imperfecto del verbo indica que les servía no solo al principio sino durante toda la comida.

El servicio es un término cargado de significado en el Nuevo Testamento. Con la palabra servir, la Iglesia primitiva interpretaba el amor fraterno: “No amemos de palabra ni con la boca, sino con hechos y de verdad” (1 Juan 3,18). El servicio es la característica de Jesús, dejada en herencia a sus discípulos, El P. Fréderic Manns, director del Estudio Bíblico de la Flagelación, no duda en definir a la suegra de Pedro como la primera diaconisa del Nuevo Testamento por haber servido al Señor.

Pía Compagnoni

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