Los Cinco Minutos de María |
Cuando los santos, grandes devotos de la Virgen, se ponían en comunicación con la celestial Señora por medio de la oración y la contemplación, caían en éxtasis y algunos llegaron a desmayarse por la intensidad de la emoción que experimentaron, por la felicidad tan sentida que se apoderó de su espíritu.
Nada hace tan feliz al buen hijo como el abrazo de su madre.
Es preciso que nuestras relaciones personales con nuestra tierna Madre del cielo sean íntimas y sinceras pero también de una ternura y confianza como sólo ella nos puede inspirar.
Si queremos que la más límpida felicidad se apodere de nuestra vida, vivamos filialmente y cariñosamente nuestras relaciones con María.
Madre, nosotros deseamos perseverar en la oración contigo.
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